Celebrando el Año Internacional de la Astronomía aquí explicaré cómo es que funcionan esas (desde nuestro punto de vista) pequeñas luces que llenan el cielo en una noche despejada (y también en una noche nublada, porque ahí siguen, solo que escondidas por las nubes).
Como siempre, la idea de este post es enseñar algo que de otra manera pocos podrían aprender en el curso de su vida. Y qué tema más preciso para eso que explicar qué tan importantes son las estrellas en el universo, incluyendo a esa bola blanco amarillenta que vemos día a día en el cielo. Y es que, aunque resulte imposible de creer para muchos, la mayoría de lo que vemos en nuestro pequeño planeta existe gracias a las estrellas, incluidos nosotros mismos.
¿Qué es una estrella?
Una estrella es básicamente un gran horno termonuclear. Como todo, existen de diferentes tamaños, pero, para fines prácticos, usaré nuestra estrella común más cercana, a la cual llamamos Sol, para explicar cómo es que las estrellas en general generan su energía gracias al calor termonuclear en sus interiores.
Y lo que es necesario saber para comenzar es que el Sol es muy grande y pesado. Es tan grande que podrías meter un millón de Tierras dentro de él. Tan pesado que su gravedad controla todo el sistema solar. Si pudieras verlo de cerca, solo verías un mar turbulento de gas incandescente. Es tan caliente que en la superficie la temperatura pasa de los 5000 grados, y en su centro llega a decenas de millones de grados. De hecho su núcleo es lo suficientemente caliente como para generar reacciones nucleares, convirtiendo millones de toneladas de materia en energía cada segundo: más de lo que la humanidad ha generado en toda su existencia.
El Infarto Estelar
Pero un día todo esto se detendrá, cuando todo su combustible se agote: cuando el Hidrógeno se le termine. Porque una estrella no es más que una inmensa bola de Hidrógeno supercalentado que se mantiene debido a la presión de su inmensa masa, tan caliente que genera inmensas cantidades de energía al fusionar los átomos de Hidrógeno creando Helio en el proceso. A todos los miles de millones de años que una estrella dura convirtiendo Hidrógeno en Helio es a lo que se le puede considerar su etapa saludable.
Pero cuando el Hidrogeno ya no es suficiente (unos cuantos miles de millones de años después, en el caso del Sol), el horno termonuclear en su centro comienza a quemar el Helio al aumentar su temperatura por efecto de la compresión. En esta nueva etapa, la fusión del Helio crea elementos más pesados como el Carbono. De igual forma, pero con un aumento mucho mayor de temperatura y compresión, cuando el Helio se termina, la estrella comienza a quemar el Carbono, para el cual se requiere mucho más energía. Al mismo tiempo que todo esto sucede, las capas exteriores de la estrella se expansionan convirtiéndola en gigante, roja al inicio y azul después.
Cuando la temperatura del núcleo es de unos 3 mil millones de grados, la mayoría del mismo ya se ha convertido en Hierro, mezclado con algunos elementos más pesados. Al final, cuando la temperatura llega a los 8 mil millones de grados, el hierro sintetizado no resiste más y colapsa causando la explosión de las capas exteriores de la estrella hacia el espacio. El resultado es una nebulosa planetaria que se expande, con los pequeños restos de la estrella en el centro.
Pero, solo algunas de todas esas estrellas que mueren proporcionan los elementos aun más pesados. Son relativamente muy conocidas. Las llamamos supernovas.
Supernovas
Aunque el nombre supernova significa “super nueva”, este tipo de estrella es en realidad el último suspiro de una gran vieja estrella, es decir, una estrella que ha llegado a la etapa de su muerte. Cuando una estrella varias veces la masa de nuestro Sol llega al final de su etapa de generar estables reacciones nucleares, estalla con una intensa luminosidad que es posible ver a simple vista en el cielo aunque la estrella se encuentre a cientos o miles de años luz de nosotros.
Aunque solo pocas estrellas en nuestra galaxia terminan su vida de esta manera cada siglo, estas explosiones son directamente responsables de crear los elementos en universo más pesados que el Hierro. Por ejemplo, todo el cobre, mercurio, oro, yodo y plomo que encontramos en la tierra hoy, fueron forjados en estas violentas explosiones hace miles de millones de años.
Las capas en expansión de las supernovas remanentes y de las nebulosas planetarias eventualmente se mezclan con otros materiales en la vía láctea y estos se convierten en la materia prima para la siguiente generación de estrellas y planetas, incluyendo nuestro sistema solar.
Así que los elementos químicos que constituyen los planetas, la Tierra, las plantas y los animales a nuestro alrededor, y de hecho nuestras propias células fueron construidos en las profundidades de viejas estrellas y lanzados al espacio en explosiones estelares y supernovas. En pocas palabras, para que nosotros viviéramos, estrellas tuvieron que morir.
Así que, quieras creerlo o no, el verde del pasto, el oxigeno en tus pulmones y el rojo de tu sangre son los colores del polvo estelar. Estamos hechos de desperdicios nucleares estelares.