La Personalidad

Después de dos posts seguidas escribiendo sobre temas mercadológicos, esta vez regreso a un tema un poco mas antropológico que le ayudara (espero) a varios lectores a comprender por qué algunas veces (o varias) se sienten obligados a preguntarse “¿Por qué no es esa persona más como yo?”.

Seguramente una o más veces se han preguntado eso. Han llegado a un punto en la relación con alguna otra persona (amigo, prospecto, esposa, etc.) cuando sienten como que las diferencias entre ambos son frustrantes y un obstáculo para dicha relación. Y hasta cierto punto es normal, y de hecho natural ya que, por más que sean animales sociales, los humanos individualmente siempre tendrán ese gen egoísta que espera que todo concuerde o se adapte a su persona. Una diferencia frustrante se convierte en una especie de amenaza y se tiende a ver como eso. Aunque no lo sea en realidad.

Para quienes esperan que les explique el santo grial de cómo congeniar con cualquier persona que uno desee, lamento adelantarles que este artículo no se trata de eso. Aunque de hecho existen técnicas para ello, no hay tiempo ni espacio, ni es este el mejor espacio para una lección de superación personal. Para eso están esos libros que se venden siempre y que nunca parecen lograr resultados en la gente que los lee. Como ya saben, un servidor se dedica en esta sección a presentar a mis lectores las bases sobre las que existen todos esos detalles. ¿Por qué? Porque precisamente el deseo instintivo de conocer cómo funcionan las cosas es parte de un tipo de personalidad, precisamente el tema que nos interesa esta vez.

La Personalidad
Aunque muchos esperan una respuesta más complicada sobre el por qué de las diferencias entre los individuos, la realidad es que la respuesta es simple: existen diferentes personalidades. Y, aunque esta parte de la explicación sea simple, lo interesante (y hasta cierto punto complicado) es saber el porqué o cómo es que existen diferentes personalidades. Y la respuesta rápida a esta pregunta es: porque es necesario para la especie… al menos por ahora. Me explicaré.
No podemos ser todo para todos. De la misma forma no podemos ser de todo. La humanidad ha evolucionado como cualquier otra especie del planeta, de manera que la evolución solo ha hecho lo que ha podido con lo que ha tenido. Así, al menos hasta ahora, como humanos, por más inteligentes que nos creamos, estamos limitados. Una sola persona difícilmente tendrá la capacidad de hacer de todo en la sociedad (con excepción, posiblemente, de Leonardo Da Vinci, claro). No podemos esperar que individualmente todos puedan ser tanto deportistas como científicos, tanto cocineros como contadores, etc. Si bien existen excepciones en ciertas áreas que pueden considerarse opuestas, la realidad es que incluso esas personas no pueden hacer o ser de todo lo demás.

El origen cavernícola
Pues básicamente, el hecho de que existan diferentes personalidades nació de esa necesidad de que la especie en general tuviera la capacidad de desenvolverse en las distintas necesidades que le ayudaran a sobrevivir. Así, aunque un miembro de la tribu fuera malo en la cacería pero bueno en el arte de dirigir la aldea, varios miembros si serian cazadores natos que seguirían al pie de la letra las órdenes que se les dieran. Ahora relacionen esto con todo lo demás. Pero no se queden ahí. Algunos ya estarán pensando que eso es solamente la respuesta de la sociedad a la división de labores. Pero en realidad es al revés.

La realidad es que las labores no se dividen entre las personas, sino que las personas tienden a ciertas labores. Y, le guste o no a mucha gente, eso viene de nacimiento. El gusto o la capacidad de un niño por el futbol, o por el ajedrez, o por la música es algo que, si bien se puede fomentar, no se puede obligar. O mejor dicho no se debe. Y lo interesante, como siempre, es porque.

Partes de la personalidad
La personalidad de cualquier individuo se constituye por tres partes: el temperamento, el carácter y la inteligencia. Esas tres partes se mezclan durante el desarrollo de las personas para definir qué y cómo serán durante toda su vida. Pero, aunque a muchos les gusta pensar que tienen muchas opciones o que el medio influye más que cualquier cosa, la verdad es que el primero y el más importante de los integrantes de la personalidad, el temperamento, es genético. Es decir, se nace con ello. Le guste o no a uno mismo o al resto de las personas.
Para ejemplificar con algo conocido por muchos, digamos que el Temperamento es como la computadora física, y el carácter es como el programa que se le instala pero que depende de las características de dicha computadora para funcionar. Sí, es una analogía un tanto tecnológica, pero que ilustra muy bien como se integran estas dos partes en la personalidad. En otras palabras, el temperamento es la configuración de inclinaciones del individuo, y el carácter es la configuración de sus hábitos.

Cada persona (y para el caso casi cualquier animal), a menos que se le niegue durante su desarrollo debido a un ambiente poco favorable,  desarrolla los hábitos apropiados a su temperamento.  Esta consistencia de relaciones puede ser de hecho observada desde una edad temprana, mucho antes de que la experiencia o el contexto social hayan tenido tiempo para influir en el niño. Así, el temperamento es la forma nativa de la naturaleza humana, mientras que el carácter es la forma emergente, la cual se desarrolla a través de la interacción del ambiente con el temperamento.

Frustraciones, frustraciones…
¿Por qué creen que existen niños que se frustran en sus clases de música? La explicación coloquial es que simplemente no les gusta la música o “no se les da”. La verdad es que ese niño no nació con el temperamento apropiado para pensar de modo musical, para comprender fácilmente el lenguaje de los tonos, los sonidos y los silencios. Y eso, claro no quiere decir que no sea inteligente, y mucho menos que “no sirva para nada”. Pensar o creer eso es lo que crea muchos problemas psicológicos que en el futuro le causaran problemas emocionales a ese ya adulto niño. ¿Cómo está eso?

Pues resulta que muchos (si no es que la mayoría) de los problemas personales que hacen a las personas terminar en la oficina del psicólogo (y al final que ni eso les sirva de nada) es el hecho de que crecieron con una incongruencia de temperamento-carácter. En pocas palabras, como también lo expuso Sigmund Freud pero con otras palabras, los problemas emocionales se desarrollan cuando el individuo es criado de manera que lo que aprendió o lo que se le enseñó o intentó desarrollar está en directa o indirecta incongruencia con lo que nació para ser, con su tendencia natural genética, es decir con su hardware. Mucha gente le llama frustraciones. Y mucha gente ni se da cuenta que existen. Pero siempre se quedan en una parte de la personalidad, y en algún momento (o en varios) se expresa.

Así que, la siguiente vez que se frustren por cómo es una persona, sálganse de su punto de vista egoísta y piensen por qué es esa persona  así, por qué es que los frustra y para qué le serviría a esa persona ser como es.

Suponiendo, claro, que no está simplemente mal criad@.