En el post pasado del Raptor Blog escribí sobre la relación entre los celos y el adulterio (o infidelidad). En resumidas cuentas el adulterio es la causa de los celos. O mejor dicho la posibilidad de infidelidad por parte de la pareja es la causa de los celos (sea esta fundada o infundada). Pero lo que importa en esta sección es cuál es la causa práctica y origen de ambas. Y como casi siempre, la respuesta es sencilla: nadie quiere cuidar los hijos de otro.
Lo que faltó
Esta vez ahondaré en el tema no solo porque me lo pidieron sino también porque, como dije al final del post pasado, aún le faltaba algo de desarrollo para comprender un poco mejor por qué es que la infidelidad existe y hasta cierto punto es necesaria en la especie humana y, para el caso en muchos otros animales. Y también era necesario seguir con el tema para que aquellas personas que se sintieron como que se justificaba ser infiel o se ofendieron por lo mismo dejen de pensar así.
La realidad es que como casi cualquier otra ciencia aplicada, la biología evolutiva puede ser usada a la conveniencia de cualquiera que no la comprenda en realidad. Recuerden a Hitler. Pero para que quienes andan ya justificándose con su pareja de que son infieles y no pueden evitarlo, ahora veremos qué gana quién en el juego del adulterio. Y digo juego no por usar una metáfora sino porque, al final y si aplicamos la lógica, es necesario pensar en la necesidad de dejar descendencia como una especie de juego, como una teoría del juego.
Así que, ¿qué hace a una persona casada (o unida, pues) decidir buscar o evitar la infidelidad? La llana realidad es que los humanos somos una especie monógama. La mayoría de los padres en realidad crían a sus hijos y el matrimonio no es un engaño. No somos chimpancés promiscuos que pretenden no serlo. Si así fuera a la gente no le gustaran las telenovelas ni los chistes sobre infidelidad.
Como en las telenovelas
Resulta que, como bien lo dijo Freud, muchas veces utilizamos el humor para lidiar con situaciones que se nos hacen intensamente dolorosas. La infidelidad es una de esas situaciones. Por eso es casi inexistente una telenovela donde no se trate el tema y el tema no atraiga la emoción de los televidentes (que deberían de dejar de ver telenovelas y ponerse a ver algo productivo, por cierto). Aún así, y siendo el siglo XXI, a las personas no les gusta mucho hablar sobre el tema de la infidelidad, al menos no cuando le preguntan su opinión sincera. Y con justa razón.
Y aquí la razón de que nos comparemos con los pájaros.
Aunque suene un tanto incoherente, cuando se trata de adulterio (o monogamia en su caso), nuestros parientes monos no nos son de mucha utilidad debido a que, como especie, dejamos hace muchos millones de años la promiscuidad que ellos practican y reinventamos el adulterio después. Y precisamente como no es confiable basarnos en encuestas debido al tabú que representa para la mayoría la infidelidad, es mucho más confiable utilizar investigaciones de la vida de los pájaros porque resulta que muchas especies de aves utilizan la misma estrategia que los humanos: la monogamia con una pizca de adulterio.
Las investigaciones en estas especies ayudaron a los psicólogos y biólogos evolutivos a dejar más claro lo que a los humanos les gusta complicarse y por lo mismo resulta más ineficiente estudiar directamente en ellos. Lo que las personas practican en el “juego del amor” es una Estrategia Reproductiva Mixta (ERM) o, en otras palabras, naturalmente practican la monogamia pero al mismo tiempo buscan y tratan de no dejar pasar oportunidades para dejar su herencia genética en relaciones extramaritales (REM). De ahí que se aplique la teoría del juego: la vida es considerada un concurso evolutivo donde los ganadores son esos individuos que dejan el mayor número de descendientes.
Matrimonio ¿Una ilusión?
Entonces ¿Por qué el matrimonio no es un engaño? Simple. Y ya lo he escrito varias veces anteriormente: porque nuestra especie requiere de lazos duraderos entre los padres para poder criar a los hijos. Por eso y por nada más. No le busquen tres pies al gato porque tendrán que mocharle uno. Sin embargo, debido a que de una u otra forma resulta de beneficio para cualquier individuo de la especie dejar el mayor número de descendientes que pueda, es que la evolución ha dejado aún ese 30% de posibilidades de infidelidad… claro que es en su mayoría los que lo han logrado sin morir en el intento.
Debido a que siempre existe esa posibilidad de que a alguien le sean infiel, es que siempre existirá ese sentimiento que llaman celos que para lo único que existe es para tratar de evitar que a uno le “encasqueten” los hijos de otro. Y debido a eso precisamente tenemos que llegar al tema específico que dejé inconcluso la edición pasada: ¿Quién gana o pierde más en el juego de la infidelidad? Y la respuesta, como casi siempre, es ni el uno ni el otro, sino todo lo contrario. Me explicaré.
El juego del amor
Como es de todos lógico si lo piensan, la ERM solo funciona en los casos que pasan desapercibidos, es decir cuando al infiel (o la infiel) no los “cachan”. Los individuos que ganan en el juego del adulterio son los que logran conseguir hijos fuera del matrimonio sin que su pareja se entere o logre hacer algo para evitarlo. Ahora bien, el hombre es una cosa y la mujer otra, así de simple. Debido a esto, la estrategia del hombre es diferente a la de la mujer y ahí es donde el juego se pone reñido.
Como consecuencia de que la mujer debe esforzarse y esperar un tiempo mayor para “hacer” un hijo, resulta hasta cierto punto mucho más fácil para el hombre ganar el juego y embarazar a otra mujer casi una hora después de haber embarazado a otra. Sin embargo, no es tan fácil debido a que siempre existe la paranoia de que al alejarse demasiado de su pareja, alguien más llegue y la mujer aproveche la oportunidad que se le presenta (y que naturalmente muchas veces aprovecha) de conseguir una diversidad genética en su progenie al mismo tiempo que no pierde el beneficio de la ayuda de su esposo para criar a su bastardo hijo.
Así que, la realidad es que ambos pueden ganar y ambos pueden perder. Donde uno tiene ventajas de ganar, también conlleva sus desventajas de salir engañado y darle a ganar a otro al cuidar a un hijo no propio y hacer que esos otros genes avancen y no los propios. Así de simple.
Así que, ya se la saben. Por eso existe el adulterio, por eso nunca dejará de existir, y por eso siempre será solo un relativamente bajo pero permanente porcentaje mientras la estrategia funcione para los que lo logran.
Luego le seguiremos
Y digo para los que lo logran porque, como ya deben saber muchos, por algo existen en la cultura popular las historias sobre venganzas amorosas. De hecho, desde cierto punto de vista, y en ciertos países, los decesos o crímenes relacionados con la infidelidad o adulterio son mucho más comunes de lo que queremos pensar o de lo que los tomamos en cuenta.
Y es obvio cuando nos ponemos a analizar que de hecho de que, biológica y evolutivamente, una de las mayores traiciones de las que puede ser objeto un hombre es el engañarlo haciendo avanzar en la alberca genética los genes de otro individuo a sus expensas. ¿Por qué creen que hasta en la actualidad, en muchos países es la mujer la que se considera más culpable en los casos legales seguidos por adulterio?