Como todo el mundo ya sabe, un poderoso tsunami, producto de más grande temblor del que se tenga registro en Japón, golpeó la costa este de la isla el pasado viernes 11 de Marzo, llevándose con él casas, botes, gente, autos y todo lo que encontraba en su camino. Como consecuencia también se registraron incendios que avanzaron sin control por las ciudades. Las alertas de tsunami se extendieron por todas las costas del pacífico, tan lejos como Sudamérica, Canadá, Alaska y toda la costa oeste del continente Americano.
El servicio Geológico de los Estados Unidos mencionó inicialmente (a las 2:46 pm hora de Japón) que el temblor había sido de 7.9, pero rápidamente fue actualizado a 8.8, luego a 8.9 y finalmente a 9.0 grados en la escala de Richter, empatando en el cuarto lugar con otros tres de los temblores más devastador registrado en la historia.
Todo eso, y las subsecuentes noticias de las tragedias (y las emociones encontradas que se publican hasta la fecha en los medios sobre el evento) ya lo sabemos pero, la pregunta que en este blog nos interesa es ¿cuál fue el origen tanta devastación?
La Tierra se mueve
Al igual que el terremoto de Chile del año pasado, el terremoto del viernes en Japón es producto de la actividad tectónica de lo que los científicos llaman “El Anillo de Fuego”.
Resulta que, como ya deben haberles enseñado en la primaria y en la secundaria, la superficie terrestre está formada por inmensas piezas de roca independientes una de la otra llamadas placas tectónicas. Las 7 placas principales y las 6 más pequeñas están unidas como una especie de rompecabezas, formando así toda la corteza terrestre, tanto continental como oceánica.
Todas esas placas flotan sobre el manto, el nombre con el que se conoce al interior de la Tierra que está en un estado entre sólido y líquido, y del que proviene el magma de los volcanes. Por consecuencia, las placas tectónicas se mueven sobre ese manto semilíquido e interactúan unas con las otras de la misma forma que lo hacen pedazos de hielo en la superficie de un lado congelado.
En los límites donde una placa se encuentra con la otra, estas se tocan de distintas formas: unas se deslizan horizontal o verticalmente, otras se presionan entre ellas y otras más se sobreponen o se hunden debajo de su compañera. Y precisamente el temblor Tohoku fue producto de la última forma de interacción entre placas tectónicas.
Había una vez una gran placa
La Placa del Pacífico es una de las más grandes placas tectónicas que forman la superficie de la Tierra. Pero, lo que puede parecer extraño para los no versados en geología básica es que antes era mucho más grande. De la misma forma que nosotros reciclamos ciertos desechos, la Tierra recicla los materiales de los que está constituida, en este caso los minerales que forman la superficie del planeta. La Placa del Pacífico de hecho se está haciendo más pequeña porque se está hundiendo en el manto mientras que las placas que la rodean se van acercando, de modo que dentro de varios millones de años la costa este de Asia estará frente a la costa Oeste de América y el gran Océano Pacífico desaparecerá.
Consecuencia de este hundimiento de la Placa del Pacífico (llamado subducción en términos geológicos), por todo alrededor de las costas de ese mar se encuentran las cadenas de volcanes más extensas del planeta. De hecho, tres cuartas partes de los volcanes de la Tierra se encuentran en ese anillo alrededor del Pacífico al cual, casi literalmente, se le llama “El anillo de fuego”. Aquí también suceden el 90% de los temblores del planeta. Y adivinen en qué lugar se encuentra la isla de Japón.
El Tsunami Sendai
La Placa Pacífico se hunde debajo del país nipón en la Fosa Japón, y se desliza debajo de la placa Euroasiática a una velocidad promedio de 3.2 pulgadas por año. La energía resultante del movimiento de una placa sobre la otra es lo que causa los temblores a los que los japoneses ya están relativamente acostumbrados, debido a que se encuentran en una zona de subducción especialmente volátil, la cual ha ocasionado 9 temblores de magnitud 7.0 o mayores desde 1973.
Pero, a pesar de que el movimiento de las placas es continuo, después de cierto tiempo, el estress del deslizamiento y rozamiento se junta de manera que cuando ya no aguanta más, se libera un movimiento telúrico tan grande que puede desplazar grandes cantidades de agua oceánica por el efecto de rebote de la corteza oceánica. Y esto es lo que causa los tsunamis. Pero esta vez, no solamente agua fue lo que se desplazó.
El planeta cambió
Producto del movimiento masivo de las placas tectónicas involucradas, el terremoto Tohoku movió partes del noreste de Japón hasta 2.4 metros más cerca de Norteamérica, haciendo algunas partes de Japón más anchas que antes. De igual forma, debido a que el terremoto bajó algunas costas hasta 2 pies, el tsunami pudo avanzar más rápido y a mayor distancia cuando invadió tierra. De hecho la Placa del Pacifico pudo haber avanzado hasta 20 metros cerca del epicentro.
Además, de acuerdo al Instituto de Geofísica y Vulcanología de Italia, el terremoto movió el eje de la tierra 25 centímetros, lo que llevó a unos leves cambios planetarios como la duración del día y la inclinación de la Tierra. La velocidad de rotación de la Tierra se incrementó, haciendo más corto el día por 1.8 microsegundos, debido a la redistribución de la masa Terrestre.