Ahora resulta que hasta los empresarios que mueven los hilos de México ya están como los políticos y no tienen siquiera vergüenza para dejar en claro que lo único que les interesa es dominar aun más el mercado y para acabarla queriendo dar a entender que eso es bueno para sus clientes.

Eso es de lo que últimamente quienes pensamos estamos viendo a diario en todos los medios habidos y por haber (que para el caso no son tantos en nuestro país), con la llamada “Guerra de las Telecomunicaciones” que tanto suena desde hace ya varios meses y de la que ya había escrito hace casi un año en esta misma sección. Y no, no me considero profeta (esos no existen ni existieron, ni como lo expresa la Biblia), es solo que los resultados lógicos se pueden predecir fácilmente si le calculamos un poquito.

“La mercadotecnia en un mercado competido es básicamente lo mismo que la guerra”, escribí en esa ocasión… pero esto ya es el colmo. Esto, más que guerra mercadológica como la de Telmex contra Yoo, es una guerra económico-mediática que deja en claro que en México las prácticas monopólicas difícilmente dejarán de ser la norma y el cliente seguirá acostumbrado a servicios y productos con muy baja calidad y sin tener a donde más recurrir como opción.

Los antecedentes
Todos sabemos que, por más que los anuncios de Telmex nos digan que ellos son grandes porque invierten y el resto de su competencia es chica porque no quiere hacerlo, la compañía de Carlos Slim es básicamente un monopolio aun. Ellos mismos los afirmaron por muchos años en su publicidad con el lema: “Todo México es Territorio Telcel”; lema que por cierto ya cambiaron con esto de la guerra al más leve: “Todo México habla de Telcel…”.

Telmex fue el monopolio telefónico el suficiente tiempo como para adueñarse de todo México ayudándole así a reforzar su posición una vez que la competencia entró a nuestro país. Así que, por más que quieran invertir, esa competencia (llámese, Movistar, Axtel, Iusacel…) nunca tendrá las suficientes ventas como para competir en inversión con el gigante azul de Slim (Telcel-Telmex), quien por cierto no invierte tanto como declara en sus anuncios, en comparación con sus ingresos, claro está.

Otro monopolio que con el tiempo se convirtió en el ahora llamado “duopolio” siempre fue y lo ha sido primero Televisa y luego la pareja Televisa-TV Azteca. Por más que ambas compañías se digan “cosas” entre ellas, todas las personas racionales sabemos que no son más que pan con los mismo y que lo único que hacen es distribuirse el mercado (Televisa es para la gente “nice” y TV Azteca para la “prole”). Es decir: Televisa y TV Azteca sirven para lo mismo… y para los mismos: el gobierno y las empresas que controlan México. Eso siempre ha sido y será caso cerrado.

Pero ahora resulta que ambas empresas televisoras son muy amigas a la hora de preocuparse por que los usuarios de telefonía en México reciban un servicio y un precio justo. Y yo me pregunto ¿y cuando se preocuparon por eso antes? Y aquí viene el núcleo del problema, porque ahora resulta que un monopolio se está quejando de otro. Y ¿cuándo pasa esto en la naturaleza salvaje? Solamente cuando un león invade en el territorio de un tigre.

El meollo del asunto
Como ya había una vez mencionado en un Editorial de Códice En Línea, lo que pasa en estos tiempos no es más que una guerra de esas que anteriormente se llevaban a cabo por debajo del agua, pero con la diferencia de que ahora suceden a flote. Y de ahí se desprende el asunto Carmen Artistegui del que les había platicado levemente.

Resulta que desde ya hace tiempo Carlos Slim le trae ganas a una concesión para tener su propia televisora que llegue a tanta gente como sea posible y no solamente a los pocos que tenemos cable y a veces vemos MVS (propiedad del multimillonario, claro). Resulta también que el Gobierno Federal ya tenía tratos con Slim para concedérsela a cambio de obviamente miles de millones de pesos. Pero ¿a quiénes no les conviene directamente? A las televisoras nacionales existentes: Televisa y TV Azteca.

Así que, con el pretexto de que no le habían nunca subido los precios a los anunciantes, al comienzo de esta guerra hace algunos meses, Televisa aumentó en 20% sus precios publicitarios a Telmex-Telcel, lo cual lo único que hizo fue prender la mecha para que inciara todo esta guerra que mas que guerra ya parece un circo, un circo que el resto del mundo disfruta.

La reacción obvia de Telcel-Telmex fue retirar los cientos de millones de pesos que invertía en publicidad en Televisa y posteriormente también de TV Azteca (quienes, recordemos, son dueños de Iusacel, y competencia después de todo), dando un golpe certero a su propia futura competencia y con la que sabía pelearía pronto para convencer al Gobierno Federal de que le autoricen la concesión televisiva. Y aquí fue cuando la guerra se hizo pública ya que, como respuesta al golpe de dejar de recibir millones de pesos por publicidad, el equipo Televisa-TV Azteca unió fuerzas para desacreditar el servicio de Telcel-Telmex con anuncios (un tanto engañosos, pero pues es guerra sucia, ¿qué esperábamos?) en ambas televisoras en los que ponen en duda la calidad moral de las empresas de Carlos Slim.

Obviamente, Telcel-Telmex no se quedó con las manos cruzadas y respondió con todos esos anuncios (francamente poco estéticos, aunque lo hayan hecho a propósito) que vemos en el resto de los medios, que no son TV Azteca o Televisa, y que pregonan que “El Duopolio Televisivo confunde libertad de expresión con libertad de presión”. Así que ¿cómo la ven? Ahora resulta que un monopolio (la palabra duopolio está de más, si lo piensan un poquito), que nunca dejó espacio para opciones diferentes en cuanto a televisión pública en México se refiere, ahora se queja de un monopolio que nunca de dejó opciones de servicios de telecomunicación al pueblo mexicano… y viceversa.

Los obvios resultados
Pero todo lo anterior al final son dimes y diretes. Lo más importante aquí es que, a pesar de que en casi cualquier otro país esta podría ser la oportunidad que el mercado espera de mejorar en cuanto a opciones y calidad de servicios, el resultado más probable será que simplemente haga mayor el estrés económico y psicológico al que los consumidores mexicanos estamos acostumbrados a la hora de soportar los caprichos y decisiones de los grandes empresarios que lo único que buscan es una mayor pieza del pastel aunque a quien le cueste sea al ciudadano consumidor.

Así que, pregúntenme si espero que en realidad algo bueno salga de todo esto. Como bien dice el dicho: “cuando los elefantes pelean, quienes la llevan son las hormigas”. Pero mientras es Juana o es Chana (aunque al final siempre sepamos quien será), quienes leen este blog ya saben cómo masca la iguana.

Pero no me agradezcan aun…