No cabe duda que la naturaleza humana no ha cambiado por más que avanza la sociedad. Cual si fuera lo mismo que pasó hace 20 años, cuando en teoría éramos más ignorantes que hoy, el mismo estilo de leyendas urbanas se apoderan del consciente colectivo de las personas en pleno Siglo XXI. ¿De qué hablo? ¿Que ya se les olvidó (a quienes les tocó, claro) el famoso caso del “chupacabras”?
Sin que en aquellos tiempos se utilizara como hoy la Web, y mucho menos las redes sociales, la leyenda urbana de una supuesta criatura extraña esparció el pánico por toda Latinoamérica, incluido nuestro país. Eran los tiempos de la crisis del final del sexenio de Salinas y la gente de todo el país se preocupaba por no encontrarse con el susodicho monstruo que según esto succionaba la sangre de los animales de granja… y de los humanos que se le ponían enfrente.
La leyenda se hizo tan popular que las historias de su “avistamiento” aparecieron en lugares alelados de donde supuestamente el fenómeno había comenzado. Había gente que juraba haberlo visto, que juraba que habían matado a sus animales. Unos decían que era un extraterrestre, otros que era un mutante que se había escapado de algún laboratorio o que simplemente había crecido en la naturaleza.
Sobra decir que unos años después ya nadie se acordaba de la criatura que tanto había atemorizado a América. Sobra también decir que dicha criatura nunca existió. Sin duda, una mentira dicha mil veces puede convertirse en una verdad.
¿Qué hizo tan popular esta leyenda urbana? Los medios convencionales de esos tiempos: la televisión, la radio y la prensa escrita. No se necesitó el internet para que todo un continente “supiera” de la existencia de una criatura que originalmente “apareció” en Puerto Rico. La gente, cuando quiere creer, cree.
Cyber leyendas urbanas
Ahora, en plena era digital, ese tipo de sucesos no son muy diferentes de hace 20 años. Al igual que antes, sin importar los avances científicos, tecnológicos y culturales, una leyenda urbana se puede apoderar del consciente colectivo. Y no solo de todo un continente, sino del mundo en general.
Podría uno pensar que conforme avanza nuestra civilización avanza la inteligencia de las personas, pero no. De la misma forma que hace 20 años existía la leyenda urbana de “los robachicos” hoy existe pero en una (para usar la jerga cibernética) versión 2.0
¿O es que no han leído últimamente en Facebook sobre que “se están robando muchachas en Tijuana”? Varios post hasta describen el modus operandi de la susodicha banda con lujo de detalle. Muchos vinculan eventos que no hay prueba de que estén conectados para hacer más coherente la leyenda. Que una chica está perdida. Que encontraron a 2 muertas no sé dónde. Que han visto la camioneta en tal o cual calle. Que se cuiden las chicas cuando vayan a la escuela. Realidad mezclada con leyenda es la receta perfecta para una leyenda urbana. Precisamente como la del “Edward de Tijuana”.
A la versión mexicana del vampiro de Twilight ya lo agarraron (aparentemente porque hasta el alcalde de Tijuana se creyó el cuento que transitó y aun transita por las redes sociales), las chicas encontradas en Ensenada no parecen tener relación alguna con el supuesto “gigoló”, una de las famosas chicas perdidas resulta que se fue de su casa por problemas con sus padres, y no se ha sabido de otros secuestros no de que ciertos casos aislados estén conectados, pero la gente ya hiló una historia coherente y espeluznante. ¿A qué les recuerda?
Herramienta para el caos
Como ya he escrito anteriormente en La Polaka Mexicana, las ventajas de las redes sociales vienen con doble filo. Así como una buena idea puede llegar a un gran número de personas en muy poco tiempo, también lo hacen ideas que pueden resultar perjudiciales para la sociedad.
Las personas pueden accesar tan fácilmente a las redes sociales, que no es necesario que tengan el suficiente criterio como para discernir entre lo real y lo ficticio. Tan cualquiera utiliza el internet sin esfuerzo que ya es normal conocer a jóvenes que ni a la escuela van pero utilizan las redes sociales con la misma destreza que un graduado de la universidad… y a veces hasta con mayor destreza.
Esa es la fórmula que permite que el internet sea la nueva manera de esparcir leyendas urbanas en muy poco tiempo en varias ciudades e inclusive estados de nuestro país. Exactamente como lo que acaba de pasar en el centro de la república.
La Guerra (Mexicana) de Los Mundos
Cual si del histórico suceso que ocasionó la radio-dramatización de la novela de H.G. Wells en Nueva York hace un siglo se tratara, los últimos días la circulación en las redes sociales de diferentes “aseveraciones” de que terribles sucesos se presentarían en las calles de la frontera entre el Estado de México y el DF, causaron un pánico masivo que de hecho disturbó la vida social y económica de la región.
Utilizando fotos de otros eventos trágicos y de comercios cerrados, ciertos usuarios de Twitter iniciaron el rumor de que una serie de ataques del crimen organizado estaban planeados y se estaban llevando a cabo en distintas partes de Nezahualcoyotl, Izatapalapa y otras delegaciones. La histeria pronto hizo que el efecto teléfono descompuesto esparciera los rumores y llegaran a considerarse tan reales que de hecho los habitantes que supieron del rumor tuvieron miedo de salir a las calles. Hasta comercios cerraron de verdad.
Pero nunca pasó nada. Inclusive el Jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, “twiteó”: “no hay motivo de cerrar escuelas o tener pánico, no está sucediendo nada que justifique eso”, en su cuenta de Twitter.
¿Qué lleva a la gente a creer un rumor solamente porque viene acompañado de una foto que no podemos comprobar sea auténtica? Desde hace cientos de miles de años son los “demonios”, desde hace miles de años es “La llorona”, hace 20 años fue “el chupacabras”. La tecnología y la civilización pudieron haber evolucionado rápidamente, pero el ser humano sigue siendo básicamente el mismo desde hace 100,000 años. Le guste o no.