Si últimamente se han sentido algo débiles, a pesar de haber dormido, o se cansan muy fácilmente, a pesar de ser jóvenes y vigorosos, una razón puede ser que sus células no reciben oxigeno suficiente. Eso puede deberse a variados factores. Pero si no son síntomas debidos a una infección, bien y podrían ser signos de Anemia, la cual, en palabras vagas, es la falta de hemoglobina en la sangre, necesaria para la transportación de oxigeno a todos los tejidos del organismo. Y sin suficiente oxigeno nuestras células no pueden funcionar como deben.
Resulta que uno de los componentes principales de la sangre es una célula llamada hemoglobina. Un componente de los glóbulos rojos, la hemoglobina no puede formarse si no existe hierro suficiente en el organismo. La importancia de esta célula reside en el hecho de que es la parte de los glóbulos rojos que transporta el oxigeno en la sangre; también es lo que le da su color rojo. Y precisamente la anemia aparece cuando esas células no pueden formarse o se forman pero de manera anormal o incompleta.
En los adultos, la anemia (del griego anaimia, que significa “falta de sangre”) produce fatiga y disminuye la capacidad de trabajo físico. En las embarazadas se asocia con el bajo peso al nacer y un incremento en la mortalidad perinatal. La deficiencia de hierro inhibe la habilidad de regular la temperatura cuando hace frío y altera la producción hormonal y el metabolismo, afectando los neurotransmisores y las hormonas tiroideas asociadas con las funciones musculares y neurológicas, reguladoras de la temperatura. Y lo peor, desde cierto punto de vista, es que todos estos síntomas pueden camuflarse por un tiempo, debido a que el organismo tiende a adaptarse a la deficiencia de hierro, lo cual hace muchas veces que la enfermedad no se detecte tempranamente.
De todos los tipos de anemia (de los que hay varios, por cierto), la anemia por deficiencia de hierro (o Anemia Hierropénica) es el tipo más común de anemia en los seres humanos, y específicamente en nuestros tiempos modernos. A pesar de que es una enfermedad que fácilmente podría eliminarse, es una de esas afecciones que el progreso de la humanidad no ha logrado erradicar, precisamente porque en parte ese mismo progreso la ha fomentado. Como casi todos los problemas que involucran a seres humanos, una pequeña lección de biología evolutiva nos puede dar la respuesta.
Desde tiempos primitivos, nuestros antepasados tuvieron una dieta rica en hierro, y en vegetales que propiciaban la absorción del mismo. Al haber bajado de los árboles y haberse adaptado a la vida en el suelo, gradualmente integraron alimentos de presas animales en su dieta. Esta dieta naturalmente le proveyó del hierro de proteínas animales y de vitamina C proveniente de las frutas que ingería en combinación.
Pero una vez que la agricultura fue inventada, el hombre dejó de proveerse de gran variedad de alimentos que antes consumía, ya que lo que ahora cosechaba fácilmente le proporcionaba las calorías necesarias para subsistir, tanto individualmente como en grupo. Pero esa nueva dieta no necesariamente le proporcionaba la misma cantidad de hierro que antes consumía
Así, millares de habitantes se convirtieron en millones, hasta llegar a los miles de millones de hoy en día. Lógicamente, el hierro disponible de proteínas animales no es suficiente para ser distribuido entre una población mundial tan grande. Es por esto que la anemia se ha convertido en un problema de salud pública en todo el mundo en general y en los países subdesarrollados en particular, debido a que, si bien muchos de esos países (como el nuestro) pueden tener dietas ricas en hierro, sus poblaciones relativamente pobres no cuentan con las posibilidades de obtener regularmente los alimentos que ayudan a que el hierro sea absorbido fácilmente. Ya ni hablemos de hierro proveniente de fuentes animales, que siempre está por los cielos (o sea la carne, pues). Así, se calcula que el 20% de la población del mundo carece en su organismo de reservas suficientes de hierro para reponer la hemoglobina, y cualquier demanda excesiva desencadena anemia hierropénica.
Las causas de la anemia por deficiencia de hierro son variadas, y no solamente debidas a la falta de suficientes alimentos ricos en hierro en la dieta. Una de las más comunes, aparte de la anterior, es la debida a pérdida de sangre, como por ejemplo el exceso menstrual inadvertido en las mujeres o el sangrado intestinal en los enfermos de gastritis. También existe anemia por causas genéticas (cuando por causas hereditarias, la producción de hemoglobina no es suficiente). En algunas otras ocasiones puede asociarse a infecciones parasitarias como la debida al anquilostoma (Ancylostoma duodenale), un gusano nematodo parasitario que vive en el intestino delgado de su anfitrión.
Además, la anemia por deficiencia de hierro puede ser un factor que a su vez favorezca otro tipo de enfermedades infecciosas, ya que lleva a la reducción de la resistencia a infecciones por cepas virales o bacterianas como la Salmonella typhimurium (Salmonelosis) o la Entamoeba histolytica (Disentería).
Cómo evitar o reducir los riesgos de anemia
Ahora, entrando en terrenos más prácticos, explicaré como puede evitarse o tratarse la deficiencia de hierro en la sangre, ya que al final es lo que más le interesa a quienes sufren de alguna variante de esta enfermedad (y debo confesar que mí me interesa más las razones que las técnicas, pero así este blog no sería tan útil).
Independientemente del tipo de anemia (el cual debe investigarse a fondo con análisis clínicos especializados para saber su origen específico), la falta o deficiencia de hierro en la sangre puede contrarrestarse con distintos métodos, dependiendo de su severidad.
Si la deficiencia de hierro no es tan severa (y si el organismo no tiene problemas absorbiendo hierro por alguna razón especial), la mejor forma de conseguir el hierro requerido por nuestro organismo es mediante los alimentos ricos en hierro, en conjunto con alimentos que fomenten la absorción del mismo. Lo explicaré.
Tipos de Hierro
Como ya expuse en la edición anterior, el hierro que el organismo puede absorber se encuentra en dos formas en los alimentos: Hierro hemo y hierro no-hemo. La diferencia principal entre estos dos tipos radica en su biodisponibilidad, es decir la capacidad de ser absorbidas fácilmente por el organismo. El hierro hemo es el de mayor biodisponibilidad y se encuentra en productos de origen animal como el hígado y las carnes. En cambio, el hierro no-hemo se encuentra en productos de origen vegetal (como los frijoles o los espárragos) y tiene una biodisponibilidad mucho menor.
Sin embargo, la biodisponibilidad del hierro no hemo puede ser mejorada con la ingesta de alimentos ricos en acido ascórbico (mejor conocido como Vitamina C). Esta vitamina promueve la absorción de hierro de la dieta ingerida, al reducir los efectos negativos de ciertas sustancias inhibidoras que se encuentran en las comidas. En algunos casos puede triplicar la biodisponibilidad debido a que también reduce el hierro a una forma química que es mucho más fácil de absorberse en el estomago.
Alimentos Inhibidores
Es muy importante, para llevar una dieta rica en hierro, saber que existen alimentos que pueden inhibir su absorción en nuestro organismo. Una sustancia inhibidora de la absorción del hierro es el acido oxálico (también conocido como oxalato). Esta sustancia se encuentra en ciertos alimentos que también pueden ser ricos en hierro no-hemo. Así, no solo es recomendable sino necesario, incluir en una dieta rica en hierro también vitamina C, para así mejorar su absorción y contrarrestar los efectos del oxalato. Cerca de 50mg de la vitamina en cada comida son recomendables para un efecto óptimo. Además estudios científicos muestran problemas de absorción de hierro cuando se ingiere en conjunto con leche, té, café y otros alimentos que contienen sustancias inhibidoras. La solución más sencilla para este problema es separar la ingesta de hierro y de dichos elementos inhibidores por un par de horas.
Hierro suplemental
Si la causa de la anemia es una deficiencia de hierro más severa, o si el organismo tiene problemas adquiriendo el hierro de los alimentos, ingerir suplementos usualmente pueden corregir la anemia.
Existen tres tipos principales de suplementos de hierro: Sulfato Ferroso, Gluconato Ferroso y Fumerato Ferroso. De la misma forma que con los suplementos de calcio, al adquirir suplementos de hierro, es necesario fijarse en el contenido de hierro elemental, no en el contenido total.
La ingesta recomendada de hierro para hombres y mujeres post-menopáusicas es de 8mg. La ingesta recomendada para mujeres pre-menopáusicas es de 10mg y la recomendación aumenta a los 27 mg para mujeres embarazadas. Cuando existen bajos niveles de hemoglobina o hematocritos, son recomendables mayores dosis de hierro suplemental, usualmente 60mg al día.
Mucha gente puede experimentar varios efectos secundarios gastrointestinales al tomar suplementos de hierro, como nausea, vomito, constipación, diarrea, heces oscuras o trastornos digestivos. Algunos farmacólogos sugieren que el Gluconato Ferroso puede causar síntomas de fiebre y que puede ser más severo con el estomago. Para minimizar los efectos secundarios, es recomendable comenzar con la mitad de la dosis, y gradualmente llegar a la dosis completa. También es recomendable ingerir los suplementos con el estomago lleno en vez de vacío.
De igual forma es sugerido tomar los suplementos de hierro en conjunto con frutas o jugo ricos en vitamina C, para así maximizar su absorción.
Sin embargo hay que tomar en cuenta que varias pruebas han demostrado que la suplementación de hierro puede llevar al incremento en enfermedades infecciosas, en áreas donde las infecciones bacteriales son comunes. La razón es que la deficiencia de hierro protege contra infecciones al crear un ambiente poco favorable para el crecimiento bacteriano. Tomando en cuenta esto y otros factores específicos de cada caso, NO debes comenzar a tomar suplementos de hierro sin antes consultar a tu médico o especialista, debido a las particularidades que puede presentar cada persona anémica.
En casos mucho más severos, si la anemia no responde a tratamientos orales, puede ser necesario administrar hierro parenteralmente (vía intravenosa) usando goteo o hemodiálisis. Sin embargo, el hierro parenteral invoca riesgos de fiebre, resfriados, mareos, dolor de espalda, o shock anafiláctico. Un análisis de sangre después de tratamiento es necesario para demostrar si el tratamiento ha sido efectivo.
Ahora ya sabes un poco más sobre una condición que se está volviendo común y que muchas veces se confunde con otras. Pero no dejes de CONSULTAR A TU MÉDICO (de preferencia a un especialista). Y, más importante aún: hacerle preguntas, porque a muchos médicos no les gusta batallar y diagnostican lo primero que se les ocurre. No todos son como Gregory House, lamentablemente.