Es prácticamente dogma en los consejos nutricionales que no debes “malpasarte”; que de hecho comas no tres, sino cinco veces al día para mantener una nutrición y peso saludables. Sin embrago, estudios recientes han corroborado que el ayuno no debe ser practicado solo como costumbre religiosa, y que dejar de comer de hecho es saludable en el largo plazo.
Solo necesitas hacerte esta pregunta: cuantas personas de muy avanzada edad (más de 80 años) conoces que sean hayan sido “gorditas”? Las estadísticas muestran que muy pocas personas con sobrepeso superan los 80 años. Es más, ni los 60.
Prácticamente todos los ancianos que llegan o se acercan a los 100 años son delgados. De hecho fueron delgados toda o casi toda su vida. Y la razón, no es que al final de la vida a esos años el cuerpo pierda masa, aunque en parte pasa. La razón pincipal, se está corroborando, es evolutiva y tiene mucho que ver no con cuánto comieron sino cuánto dejaron de comer.
El ayuno obligatorio de nuestros antepasados
Resulta que los seres humanos estamos diseñados por la naturaleza no solo para soportar, sino para aprovechar los periodos de escases de alimentos. Para aprovechar el ayuno.
Como ya he escrito en publicaciones anteriores, por varios millones de años, nuestros ancestros dependieron de la caza-recolección para subsistir y por mucho de ese tiempo, no fueron demasiado exitosos: algunas veces conseguían suficiente alimento, a veces mucho y muchas veces casi nada.
De modo que la evolución integró en el ADN de nuestros ancestros (que nos heredaron a nosotros, sus descendientes) una táctica biológica muy útil: un sistema de autodefensa en caso de falta de suficiente alimento.
Como una instrucción informática de las que utiliza la programación informática, existe en nuestro organismo un sistema de si/entonces que le dice a las células: “si no hay suficiente comida, protégete de la oxidación” y “si hay suficiente alimento, no te preocupes tanto por protegerte sino por utilizar tu energía en lo que ayude a reproducirte”.
Así que cuando este sistema detecta escases de alimento, pone en marcha lo que más le conviene al individuo, que es ocupar su energía en sobrevivir en espera de tiempos mejores, en los cuales ya podrá ocuparse de perpetuar la especie, lo cual consume muchos recursos energéticos.
Los beneficios del ayuno
¿Cómo puedes beneficiarte de este práctico y eficiente sistema de autoprotección celular?
Como ya mencioné, contrario a lo que dice la tradición nutricional desde hace años, dejar de comer uno o dos días a la semana, o al menos ingerir muchas menos calorías de las “recomendadas”, puede ayudarle a tu organismo a emular los tiempos de hambruna y así acostumbrarlo a protegerse celularmente, lo que ayuda y ha ayudado a todos esos centenarios a contarnos sus historias muchas décadas después de haber sucedido.
Inclusive, si eres el tipo de persona con más autocontrol (fuerza de voluntad, le llaman muchos), puedes adoptar un estilo de vida de pocas calorías ingiriendo siempre menos de las que se consideran las apropiadas por el mainstream. Por ejemplo, en lugar de las 2000 de la dieta recomendada, consumir solo 1500. Todos los días. Siempre.
Lo sé, suena rebelde y hasta a herejía. Pero hasta hace poco estamos corroborando muchos trucos de la evolución que, aunque siempre sospechamos que existían, no se había podido estudiar.
Lo siento, nutriólogos y médicos. Como las células en tiempo de escasés, también tienen que adaptarse.