Ya los tenemos en México: los asesinos escolares. El análisis social de casos como el tiroteo en el Colegio Americano del Noreste ya lo publiqué en mi columna de opinión periodística, así que aquí analizaremos al estilo de El Raptor Blog, las razones circunstanciales y últimas de los infames tiroteos escolares.
Cuando suceden, ¿por qué suceden?
Una de las primeras preguntas que debemos hacernos para poder contestar esta cuestión es: ¿los asesinos escolares, nacen o se hacen? Y esta pregunta también ya se la han hecho y lo han estudiado los científicos.
Uno de los primeros estudios neurológicos al respecto se hizo a finales de los 60’s: el análisis de la conexión entre el corte pre frontal y la amígdala. Sin entrar en detalles, estas dos partes del cerebro controlan dos aspectos muy distintos de su funcionamiento en los humanos. El corte pre frontal se encarga de aspectos complejos de raciocinio que solamente existe en el homo sapiens. En cambio la amígdala es la parte “primitiva” que se encarga de los sentimientos y los instintos. Sin embargo, entre ambas existe una conexión.
En quienes tienen la conexión dañada, la respuesta violenta o de estrés a una situación específica (instintiva y temporal de manera natural) no sé detiene después del tiempo común (que solo debe ser el suficiente para defenderte o huir), y este estudio descubrió que al menos en parte esa es una de las razones por las cuales los asesinos en masa reaccionan de esa manera, hasta el punto de llegar a ser conscientes de que no pueden evitarlo.
Sin embargo, como otros estudios encontraron, esta anomalía genética por sí sola no hace violenta a la gente, sino que depende del ambiente y el desarrollo.
Uno de esos estudios en ratas de laboratorio comprobó que el estrés es mayor en ratas que fueron sistemáticamente alejadas de su madre y que se evitó que ésta las lamiera cuando eran apenas unas recién nacidas.
Y resultados similares se encontraron en humanos también.
En el experimento conocido como “La Situación Extraña”, llevado a cabo por la psicóloga Mary Ainsworth a finales de los 60’s, se encontró que los bebés que siguen haciendo berrinche cuando su madre llega después de haberse alejado unos minutos, son quienes en el futuro tuvieron más posibilidades de ser emocionalmente inestables y violentos, con problemas de agresión a sus compañeros de escuela, y además con el doble de posibilidades de ser antisociales y suicidas.
En pocas palabras y simplificando mucho, un asesino escolar adolescente es el resultado de una combinación de genética con el medio ambiente donde se desarrolló. O sea naturaleza y cultura familiar.
¿Qué hay en la mente de los asesinos escolares?
Joshua Buckholtz, del departamento de Psicología de Harvard University, explica que no hay un perfil específico de asesino escolar y que etiquetar exactamente a las personas en ese respecto es my difícil. Sin embargo, se ha investigado.
En este aspecto, la pregunta concreta es ¿lo hacen por ser naturalmente violentos, o por la necesidad de llamar la atención sean particularmente violentos o no?
Andy Williams (quien mató a 2 e hirió a 13 en el tiroteo de Santana High), según su padre, era el payasito de la clase. Nunca notó en él tendencias violentas e inclusive le enseñó a disparar recreativamente. Sin embargo luego se supo que, sin contarle a su familia, era víctima de bullying y sentía que no terminaba de encajar en su nueva escuela.
Según investigaciones que derivaron del aumento en el número y fatalidad de los tiroteos escolares en Estados Unidos, la mayoría de los asesinos escolares lo hacen por necesidad de atención y/o por falta de autoestima.
El hecho de que el 60% se suiciden después del delito y antes de que los atrapen es precisamente una señal más de esa razón. Según lo explica el famoso profesor de psicología de Harvard, Steven Pinker, “es para ellos su última forma de dejar huella”.
Otra clave son los lugares donde la mayoría de los tiroteos escolares se han llevado a cabo en Estados Unidos: comunidades pequeñas o escuelas de vecindarios suburbanos, donde la aceptación para los adolescentes y la sociedad en general es crucial.
Hay que sumarle a esto que la mayoría de los asesinos escolares son necesitados de afecto y atención, ya sea por naturaleza o por descuido de los padres y solamente es necesaria la chispa de la falta de autocontrol o regulación del estrés para saber los desenlaces posibles.
¿Cuáles son las señales previas?
Para empezar: ¿existen las señales previas?
Aunque, como en el caso del padre de Andy Wiliams, muchos padres pueden pensar (o querer creer) que no existen, siempre las hay. Por la simple razón de que un asesino escolar rara vez es un psicópata metódico y racional. La mayoría dependen demasiado de sus emociones.
Para muestra algunos ejemplos de asesinos escolares ya estudiados.
El asesino de Virginia Tech (2007, 33 muertos), John Cho, nunca fue tratado por sus problemas mentales, a pesar de haber buscado ayuda desde años antes en la propia escuela. En otras palabras, el sistema establecido para ese tipo de problemas mentales y sociales simplemente no funcionó.
Adam Lanza, quien mató a 27 y se suicidó en el infame tiroteo de Newtown, había sido diagnosticado con desorden de integración sensorial al inicio de la preparatoria. También le habían diagnosticado desorden obsesivo-compulsivo y se le había recetado un antidepresivo, tratamiento que no fue siquiera seguido.
El mismo caso se sabe de otros enfermos mentales que luego mataron masivamente o llevaron a cabo actos violentos públicos. El sistema que se supone existe en Estados Unidos para evitar estos casos, tuvo oportunidad de evitarlos pero debido a agujeros en la Ley, no se evitaron los eventos trágicos.
Al respecto, el Dr. Fuller Torrey del Treatment Advocacy Center, opina que debe obligarse a los enfermos mentales con probabilidades de ser peligrosos a obtener tratamiento y ser monitoreados, ya que, y esto lo enfatiza, siempre hay evidencia previa.
Para el Dr. Fuller, como para muchos, las señales de muchos probables asesinos violentos, y específicamente asesinos escolares, son evidentes entre la comunidad, más sin embargo pocos se puede hacer por ley y a tiempo.
¿Qué podemos hacer al respecto?
La National Rifle Association (NRA), que defiende y promueve la posesión y uso de armas en Estados Unidos, justifica que “la única manera de detener a un hombre malo con un arma, es con un hombre bueno con un arma”.
Este hecho por sí solo nos muestra una de las tendencias de pensamiento que de una o de otra forma promueven otro de los problemas que permiten sucedan los tiroteos escolares: la disponibilidad de armas en los hogares.
Los tiroteos masivos son la cúspide de la cultura del miedo bajo la cual la industria de las armas vende sus productos, enmasacarados con la idea de patriotismo y derechos humanos constitucionales.
Solo necesitamos saber que en USA es necesario un examen antes de que te puedan dar una licencia de manejo y, en cambio, para comprar un arma solamente requieres llenar una forma, como si cualquiera supiera bien, cómo y cuándo usarla.
Inclusive los fanáticos de las armas justifican que los impuestos sobre las armas de cacería benefician al medio ambiente y la conservación de las especies. ¿Entendemos el problema de autojustificación por conveniencia?
Sin embrago, los defensores y fanáticos de las armas sí tienen un argumento válido: la disponibilidad de las armas por sí misma no es en realidad la causa de los tiroteos.
Sí, es claro que debemos evitar la disponibilidad innecesaria de armas. Esto sin duda serviría de algo. Sin embargo lo que podemos y debemos hacer para evitar de raíz los problemas de violencia adolescente, y específicamente los tiroteos escolares, está en familia, en el hogar.
¿Cómo podemos evitar el siguiente Newtown… o Colegio Americano del Noreste?
Como ya mencioné en mi columna al respecto, nunca es demasiado pronto o demasiado tarde (antes de que detone, claro) para hacer la diferencia en cuanto al autocontrol y estabilidad emocional de un niño. Pero sí es más difícil con cada año que pasa.
Las circunstancias que llevan a la mayoría de los adolescentes a desarrollar inestabilidad emocional se presentan en la mayoría de los casos desde una edad temprana en el propio hogar. Y es precisamente ahí y en esos momentos cuando se puede evitar el desarrollo de asesinos escolares.
Y no hasta que ya es adolescente, cuando una miríada de situaciones biológica y psicológicas hacen a los hijos más propensos a desarrollar problemas si no, como dice el dicho jesuita, evitar esas tendencias con la educación y convivencia apropiadas desde antes de los 7 años.
No en vano, la principal variable editable parece ser la atención debida de los padres hacia el niño desde temprana edad.
Un sinnúmero de problemas psicológicos y hasta físicos futuros pueden evitarse simplemente con unos padres educados para serlo y comprometidos con el desarrollo en todos los aspectos de sus hijos. Pero, aceptémoslo, cada década la tendencia en ciertos niveles socioeconómicos es la de ponerles cada vez menos atención, ya sea por necesidad de estar lejos de ellos o por falta de cultura general de cómo ser padres.
La atención apropiada hacia los hijos desde el propio día del nacimiento no solamente evitará la mayoría de los casos como Newtown, Columbine (15 muertos incluyendo a los asesinos) o Colegio Americano del Noreste, sino también problemas que, lamentablemente, cada año son diagnósticos más comunes, como el Síndrome de Déficit de Atención, la Hyperactividad, la Depresióin Infantil y hasta ciertos grados de Autismo.
Y de hecho, en conjunto, estos problemas también pueden ser detonantes de escenarios en los cuales los asesinos escolares pueden, lamentablemente, volver a ser los protagonistas.