Ya en anteriores posts hemos abordado de pasada lo dañino que es el azúcar para el organismo. Específicamente el azúcar procesado y añadido que no es parte natural u original de los alimentos.
Ese azúcar común (sucrosa) es un disacárido compuesto de glucosa y fructosa, y cada vez más estudios modernos estan encontrando no solamente cómo es que esta molécula causa condiciones tan conocidas como la diabetes, sino más formas en que el consumo habitual de este endulzante se convierte prácticamente en un envenenamiento para el organismo, al punto de interferir con el desarrollo normal del metabolismo y hasta de nuestra capacidad cerebral.
Es por esto y más que últimamente nos estamos encontrando tantos productos “sin azúcar”, “reducidos en azúcar”, o inclusive con la leyenda de “nivel de azúcar aprobado para consumo infantil”, hasta en ciertos cereales azucarados.
Pero ¿cuál es el problema entonces? ¿Qué es la glucosa y por qué ahora está resultando tan mala como el tabaco o las drogas?
Nuestra fuente de energía interna
A pesar de que la glucosa es de hecho el combustible en el que todos alimentos de descomponen durante el metabolismo para ser convertidos en energía, la glucosa que se consume en forma del azúcar común con el que se endulzan miles de productos comerciales, puede considerarse de hecho una toxina, la cual de una o de otra forma afecta a nuestro organismo.
Sin entrar en detalles metabólicos innecesarios (el proceso metabólico completo es extremadamente complejo), como los animales no producimos nuestros propios alimentos, como lo hacen por ejemplo las plantas, necesitamos una fuente de energía externa, y la manera que evolucionó nuestro metabolismo es la de extraer de los alimentos que consumimos alguna sustancia que sirva de combustible para las células.
Y esa sustancia es la glucosa.
Debido a que esta molécula es lo suficientemente simple y con la combinación atómica útil para ser convertida en energía por las mitocondrias (las “fábricas” de energía) dentro de la célula, la glucosa se convierte en trifosfato de adenosina (ATP), lo que podemos considerar la gasolina de las células animales.
Y es que precisamente por el hecho de que de cualquier forma nuestro organismo descompone naturalmente los alimentos en glucosa, es que en realidad no necesitamos conseguirla externamente.
¿Entonces por qué consumimos tanto dulce?
Por qué nos gusta lo dulce
El problema es que instintivamente nuestro organismo nos pide consumir azúcar cuando está disponible. Precisamente porque este alimento no es más que glucosa casi su forma pura. Es decir que consumirla le ahorra mucho trabajo a nuestro sistema digestivo. Por esto disfrutamos tanto de los helados, los dulces o del yogurt endulzado.
Sin embargo la clave está en la frase “cuando está disponible”.
Como ya hemos abordado también en varios artículos, el ambiente en el que evolucionaron esos instintos que nos piden consumir azúcares no es el mismo en el que vivimos hoy: uno con azúcares disponibles en todos lados y muy fácilmente.
Naturalmente, en un ambiente no moderno e industrializado, la glucosa casi pura es difícil de conseguir. Solo existe en las frutas (disponible solo en temporadas) y en la miel de abeja (para lo que nuestros ancestros tenían que lidiar con su dueñas las abejas para conseguirla).
De modo que el instinto de querer dulce evolucionó como una instrucción que dice algo así: si encuentras de pura casualidad o después de mucho batallar algo de azúcar, consúmela y te sabrá muy deliciosa… para que quieras conseguir más cuando difícilmente la encuentres de nuevo.
Pero hoy, gracias a la agricultura y la industrialización, la encontramos en el cereal, en el yogurt, en las miles de bebidas endulzadas y hasta en productos que ni te imaginas tienen algún tipo de glucosa.
La toxicidad del azúcar
Pero ¿qué nos hace la sucrosa para de un tiempo para acá ver hasta en los productos para niños la leyenda “con menos azúcar”?
Nada más que se está corroborando que el azúcar es de hecho, como lo explica el Dr. Robert Lustig, profesor de Endocrinología Pediátrica de la UCSF, “una hepatotoxina crónica dependiente de la dosis”, lo cual significa que el consumo de azúcar aumenta su toxicidad en nuestro organismo (específicamente en el hígado) conforme la cantidad que se consume.
¿No nos recuerda esto al consumo de alcohol?
Pues precisamente estudios consideran que la sucrosa tiene un efecto tan adictivo o más que ciertas drogas como la cocaína. Y esto precisamente es lo que hace más tóxico el consumo de azúcar: que cuando el cuerpo se acostumbra, solamente sigue pidiendo más.
Al mismo tiempo el organismo, al no poder lidiar con tanta glucosa que naturalmente no es necesaria, la distribuye en el organismo convirtiéndola en grasa, distribuyéndola en la sangre y haciendo a nuestras células insensibles a su presencia. Lo que conocemos precisamente como diabetes.
Lo que sucede es que la fructosa, la parte dulce del azúcar, solo puede procesarse en el hígado, y cuando éste ya tiene mucho trabajo procesando tanta fructosa, el páncreas segrega insulina, la hormona que le dice a nuestro organismo que guarde energía en forma de grasa.
Al mismo tiempo, la insulina bloquea la capacidad de cerebro de darse cuenta de que ya comiste suficiente. Así que comes más. Y así sucesivamente.
¿Ves ahora el problema? Pues eso no es todo.
Azúcar en todos lados
¿Te has fijado en que en las obligatorias etiquetas de Información Nutricional de los productos comerciales, la cantidad de azúcar no aparece con porcentaje de consumo como otros nutrientes?
Además, casi el 80% de los productos procesados que te encuentras en el supermercado tienen azúcar. Los consideres o no productos que deberían tenerla.
El azúcar en alguna de sus tantas formas existe en muchos productos no para que sepan dulces, sino para que tengan sabor o simplemente para que duren más en los anaqueles.
Además, no creas que los “substitutos del azúcar” son mejores.
El problema del consumo de azúcar no es solamente su contenido calórico: también lo es la sensación de haber consumido algo dulce. Para el cerebro y otras partes del organismo, consumir un sustituto es lo mismo y activa los mismos procesos que haber consumido azúcar de verdad.
Recuerda que en nuestro ambiente original, lo único dulce eran las frutas y la miel. Es decir que nuestro cuerpo no reconoce sustitutos del azúcar.
En otras palabras, engañas al organismo. Y a ti mism@, ya que por la necesidad de que algo te sepa dulce, haces que tu organismo siga siendo adicto al azúcar, lo cual influirá de manera adversa de alguna otra forma, como en la de tener hambre aunque no necesites calorías.
Dulces desde niños
La industria de los alimentos saben que entre más pronto expongas al azúcar a una persona, más probabilidades hay de que sea adicta toda su vida. ¿Por qué crees que muchos alimentos para bebés son dulces? O por qué los cereales para niños todo el tiempo han tenido demasiado azúcar.
Y deja de pensar que los niños comen dulce “porque son niños”. El azúcar es una toxina que se convierte en adicción, y entre más temprano sea consumido, más fácil se acostumbra el organismo a su consumo.
Y el problema no será solamente obesidad, hiperactividad y diabetes en el futuro.
El consumo de azúcar afecta el desarrollo y el funcionamiento del cerebro desde el principio, durante toda la vida y puede ser lo que lo haga dejar de funcionar como debe al final.
¿Cómo afecta el azúcar al cerebro y tu capacidad de llegar cuerdo a los setenta años?
Este tema es más complejo y será materia para un próximo artículo.