Un estudio en la Universidad de Stanford encontró que tres cuartos de los estudiantes preferían olvidar su billetera en su casa en lugar de su smartphone. La misma cantidad de personas dijeron que seguido se quedaban dormidos con su teléfono en mano o a lado de su cama.
¿Qué calculas que dice esto si solo estamos promediando los resultados de encuestas y estudios? Simple: que los teléfonos inteligentes ya son un problema para muchos. Para más personas de las que nos gusta imaginar. Muy seguramente, para ti también.
Tu smartphone te aleja de los demás
Aquí una de tantas pruebas: en 1999 más del 90% de las personas encuestadas por Pacific Bell Wireless contestaron que era de mala educación utilizar el teléfono cuando estás alrededor de otras personas en el restaurante, en el cine o en el salón de clases.
Sin embargo, 15 años después, es tan común utilizar el teléfono acompañado de otras personas, que en inglés hasta existe un término específico para ello: phubbing, o el acto de ser rudo con alguien en un entorno social al consultar tu teléfono en lugar de poner atención a la persona que te acompaña.
Y lo peor es que ni cuenta nos damos ya. Según estudios, el usuario promedio revisa su telefono 110 veces al día. Sin embargo solamente cree que lo revisa la mitad de esas veces.
Al respecto, mis contactos de Facebook no andan tan mal en el promedio que calculan. En una encuesta rápida el promedio de quienes contestaron cuántas veces lo hacen, fue 128 veces.
Claro que sin contar que varios aceptaron que ni siquiera llevan al cuenta, o que simplemente no podrían saberlo de tantas veces que lo consultan al día.
Y quienes trabajan en el medio de la comunicación o coordinan su trabajo diario con otras personas están un tanto justificados. Pero son la minoría. La gran mayoría hasta de quienes aceptan checarlo demasiadas veces, no deberían hacerlo. Ni siquiera la mitad de las veces.
Como ya lo he abordado en posts anteriores, el uso indiscriminado de la tecnología “social” es una tendencia que fácilmente adoptan las personas debido a que simple y sencillamente está en sus genes: nos gustan tanto las recompensas inmediatas como sentirnos parte de un grupo.
Y cuando recibes información nueva se activa una parte del cerebro que te recompensa sintiéndote bien, la misma que se activa cuando obtienes dinero, comida o sexo. Es decir, sentiste que lograste algo como lo que la evolución le pidió a nuestros ancestros para poder sobrevivir por millones de años.
Pero ya no vivimos en la sabana africana.
Y este sentimiento virtual de logro no fuera algo malo si no es por el hecho de que es una adicción tan sutil, que la mayoría no se da cuenta de las consecuencias hasta que es demasiado tarde: hasta que sus relaciones reales tienen problemas y cuando se percatan de que han perdido tiempo preciado que pudieron y debieron haber utilizado en actividades más productivas y beneficiosas para su salud física y mental, y para su desarrollo personal.
El estrés que combatimos con estrés
Cuando un fumador se siente estresado, fuma. Ese mismo fumador se siente estresado también cuando no puede conseguir un cigarro. Lo mismo le pasa a un alcohólico con el alcohol. Y lo mismo un adicto al teléfono con su smartphone. Y además también cuando la batería se le está acabando.
Y es que el uso indiscriminado del smarphone crea muy fácilmente un círculo vicioso que inicia con la necesidad de constante entretenimiento y de sentirte “conectado” con los demás, cuando la verdad lo que está generando es una desconexión.
Cómo lo explica Allison Graham en su plática TedX, las redes supuestamente sociales y las aplicaciones móviles están haciendo lo contrario con la humanidad: hacernos asociales.
Muestras de esto ya existen demasiadas, como un estudio australiano entre jóvenes menores de 30 años que encontró que 9 de cada 10 de hecho admiten sentir ansiedad al no poder estar constantemente revisando sus teléfonos, tengan notificaciones o no.
La cruda realidad es que si revisas tu teléfono más de 50 veces al día sin ser necesario para tu trabajo, tienes un problema. Y debes admitirlo antes de que sea demasiado tarde o hasta que sea más difícil de solucionar.
Si no es por ti, que sea por los niños
En su plática, Graham explica que Gallup hizo una encuesta en 2001, preguntándole a la gente de Estados Unidos cuantos amigos cercanos tenían, y el promedio fue diez. En 2014, la misma encuesta encontró que el promedio de amigos cercanos eran solo dos. “¿A dónde fueron todos?”.
Es claro que se la llevan en su teléfono, el cual les hace pensar que tienen más amigos de los que realmente tienen, más sin embargo internamente comprenden que no son amigos de verdad. Pero eligen los amigos virtuales a expensas de perder la mayoría de los reales.
¿Realmente crees que esto es sano para las siguientes generaciones?
Lamentablemente ya es más que común ver a los niños crecer utilizando smarphones y tablets. Inclusive tomándose selfies antes siquiera que aprendan a leer. ¿Tiene este comportamiento un costo?
Obviamente.
Múltiples estudios están mostrando la relación entre el desarrollo del cerebro y la utilización de tecnologías que se basan en pantallas táctiles, precisamente como la del smartphone. Su abuso puede llevar a pérdida de volumen de tejido cerebral, especialmente del lóbulo frontal, la parte “inteligente” de nuestro cerebro. Pero también en la ínsula, el lugar del cerebro donde reside la empatía y la compasión. ¿Veas ahora el problema?
Además, ya es claro que afecta también a la memoria.
¿Comienzan a notar una relación con lo que ven en la realidad de muchos de esos niños que están creciendo con demasiada interactividad con tablets y teléfonos inteligentes? ¿A poco no han notado que los niños cada vez tienen más “déficit de atención”?
Y no solamente los niños. Demasiados padres ven su teléfono mientras comen acompañados de sus hijos. Además hemos llegado al punto en el cual, cuando un niño interrumpe a un padre que está en su teléfono, normalmente recibe una reacción negativa de su parte. ¿Cómo crees que eso se imprime en el cerebro de tu hijo?
Olvídate de la creatividad
Con un teléfono inteligente a tu alcance, ya no sueñas despierto. Y si ya no tienes tiempo de soñar despierto, ya no tienes tiempo de ser creativo.
Y esto es mucho muy serio cuando tomas en cuenta que muchos de los grandes logros e ideas de la humanidad solo existen gracias a esos espacios de ocio en los que grandes genios tuvieron tiempo de imaginar, ya que la imaginación lleva a la creación.
Y es que además, cuando soñamos despiertos también descansamos nuestro cerebro. Así que agréguenle eso a las razones modernas por las cuales el estrés y el mal humor son cada vez más comunes entre los adictos a su teléfono.
En pocas palabras, así como vamos, las siguientes generaciones crecerán más estresadas y con menos posibilidades de ser creativas e innovadoras.
Aunque, también gracias a la adicción al smartphone, pronto no nos preocuparemos mucho por tener hijos. Y es que el 59% de las mujeres encuestadas en un estudio aseguraron preferir dejar de tener relaciones sexuales en lugar de dejar su teléfono por una semana.
Además, y para colmo, el mismo porcentaje en Inglaterra admitieron que revisan su smartphone mientras tienen sexo.
Así las cosas. ¿Tú qué opinas? ¿Ahora sí intentarás revisar menos tu teléfono?