Un estudio realizado en el 2007 y publicado por NBC News, reveló que las chicas adolescentes que gustaban de quejarse entre ellas de sus problemas eran más tendientes a desarrollar depresión y ansiedad.
A pesar de la popular idea de que “soltar tus sentimientos” es una forma de ayuda psicológica, aunque puede funcionar para ciertos casos, se está comprobando que no funciona de la misma manera para lo que no nos gusta, cuando lo único que hacemos es quejarnos sobre ello.
Si importar con cuántos o por cuánto tiempo nos quejemos.
Todos conocemos al típico quejumbroso o la típica quejumbrosa quienes sienten que todo en su vida es un obstáculo y además se la llevan quejándose de su situación. Estas personas van por la vida demostrando desde lejos que vivir quejándote no solo te hace ver mal, sino además es raro que los encontremos en un estado distinto al pesimista.
Pero lo peor es que quejarte no solamente te hace sentir y verte mal ante los demás; quejándote haces a los demás sentirse mal también.
Quejarte te afecta más de lo que crees
Estudios están demostrando que cuando te quejas, de hecho aminoras tu cantidad de neuronas, haciendo menor la posibilidad de comprender el problema en tu cerebro, haciendo más difícil el poder resolverlos.
Como dice el dicho: “quejarte no te llevará a nada”; ahora está científicamente comprobado.
Guy Winch, psicólogo clínico, dice que “si hay algo que quieres cambiar, considera dejar las quejas y tomar acción positiva”. En otras palabras, si puedes, simplemente ponte a cambiarlo y si no, aprende a vivir con ello. Sin quejarte, porque eso solo lo hará peor.
Así que, el también viejo adagio (que si eres un quejumbroso nunca escuchaste de tu abuela) que dice: “si ya lo puso, no lo frunza”, siempre ha tenido (sin saberlo antes) una gran base científica y no es ningún consejo retrógrado, aunque hoy puede considerarse políticamente incorrecto.
Es la realidad, nos guste o no.
Y es que quejarte, en lugar de hacerte sentir mejor, refuerza los temores que ya tienes, e inclusive introduce nuevos, de modo que al final de tus quejas te afectarán más tus problemas (si es que son en realidad problemas, para empezar) que cuando empezaste a quejarte.
La única solución para los efectos de una vida de quejas es aprender a cambiar tu perspectiva y tu actitud.
El más grande descubrimiento de mi generación es que el hombre puede alterar su vida simplemente alterando su actitud mental.
— William James
Lo malo tiende a quedarse
Sin embargo, como Alison Ledgerwood, psicóloga social, lo explica en su plática TEDx, ver el lado bueno para que no te afecte lo malo, le toma a muchos algo de trabajo.
Aún así, puedes entrenar tu mente para que no te afecte lo negativo, por ejemplo escribiendo diariamente por unos minutos las cosas buenas del día o de la situación que te preocupa.
Por esto es que no funciona en realidad simplemente hablar con tus amigos de lo malo; porque estamos tan acostumbrados a quejarnos que se nos olvida hablar de lo bueno.
Y lo peor es que, muchos de esos amigos con quienes te quejas son muy probable personas a quienes también les gusta quejarse. O al menos que no te aportarán algo positivo.
Quejarte con tus amigos solo es bueno en el caso que sean como el esposo de la Dra. Ledgerwoord, quien después de escuchar algunas de sus quejas del día, le dice: “OK, pero ¿qué te pasó hoy que haya sido bueno?”.
Porque después de esta pregunta, y después de haber recordado unos cuantos puntos positivos, Ledgerwood comienza a sonreír y se da cuenta de que su día no fue tan malo.
Así que nunca olvides que lo malo tiende a quedarse. Y no solo a quedarse, sino también a aumentar.
Debes aprender a ser consciente de ello y contrarrestarlo, ya que un mal comentario, tanto en tí como en los demás, tiende a quedarse todo el día, y lo que es peor, a replicarse en otras situaciones.
Deja de quejarte
En otras palabras, debes aprender a ver el vaso un poco más lleno que vacío.
O vivir quejándote y cayéndole mal por eso a los demás quienes si tienen la perspectiva del vaso medio lleno.
Así, dejar de quejarte no solamente es más saludable para ti personalmente, sino también mejorará tus relaciones con los demás, y si progresas más allá de solo dejar de quejarte, te ayudará hasta mejorando tu salud mental (y tu autocontrol), sino en consecuencia tu salud física.
Inténtalo. Deja de quejarte y verás lo que pasa.
No solamente los demás te lo agradecerán.